La demolición de 13 viviendas y la expulsión de 90 palestinos que vivían en ellas en Jerusalén fue ayer una de las mayores operaciones de este tipo en los últimos años del plan israelí de limpieza étnica en la capital palestina, avalada por un régimen legal discriminatorio.
Autoridades israelíes acometieron ayer la demolición de 13
apartamentos en Jerusalén Este y provocaron así el desplazamiento de
unos 90 vecinos palestinos del barrio de Wadi Qaddum en Silwan, al sur
de la Ciudad Vieja. Se trata de la mayor operación de destrucción de
viviendas y demolición en la capital palestina en años.
Argumentaron que el edificio se construyó sin permiso de obra y en un terreno destinado a uso no residencial.
El derribo de las viviendas estuvo acompañado de palizas por parte de colonos a los residentes que se oponían a la demolición. La abogada de las familias tenía prevista ayer una reunión con representantes de la Municipalidad de Jerusalén para explorar soluciones alternativas, pero las autoridades ignoraron esta cita.
A lo largo de los años, los residentes habían interpuesto múltiples procedimientos legales para evitar la demolición e incluso intentaron impulsar un proceso para legalizar con carácter retroactivo el edificio.
Solo este año, unas 100 familias de Jerusalén Este han perdido sus
hogares de esta forma, mientras aumenta sin cesar la colonización judía
de la ciudad, ocupada progresivamente desde 1967 y donde la población
palestina va reduciéndose cada vez más, privada de sus derechos.
En todo Cisjordania han sido más de 370 las operaciones de derribo de viviendas durante este año.
Aviv Tatarsky, investigador de la ONG Ir Amim, subraya que demoler el
edificio no fue una necesidad legal, sino una decisión política. «Los
palestinos se ven obligados a realizar las llamadas construcciones
‘ilegales’ por un régimen que bloquea sistemáticamente los permisos, y
las demoliciones son utilizadas entonces (por Israel) como herramienta
para controlar la tierra», explicó.
Silwan se encuentra al sur de la Ciudad Vieja, en una zona aún de
mayoría palestina, pero muy codiciada por los colonos, ya que se sitúa
justo debajo del que lo judíos llaman Monte del Templo.
El mes
pasado allí también se produjo el desalojo de tres familias, tras lo que
un grupo de colonos irrumpió y se mudó a las mismas viviendas con la
protección de fuerzas policiales israelíes.
A la vez, Israel ha resucitado un plan para construir un barrio
ultraortodoxo de más de 9.000 viviendas en Jerusalén Este, y el pasado
domingo aprobó la construcción y legalizó otras 19 colonias en varias
zonas de Cisjordania.
En Hebrón, las autoridades también ordenaron ayer la demolición de seis hogares.
Decenas de familias palestinas afrontan procesos judiciales basados
en una ley israelí discriminatoria que otorga a judíos, que pueden ser
originarios de países europeos o americanos, el derecho en exclusiva de
reclamar en Jerusalén Este propiedades anteriores a 1948, mientras niega
a ese mismo derecho a los palestinos. Así, oficializa la expulsión de
población de un territorio ocupado, es decir, un crimen de guerra.
La organización de colonos Ateret Cohanim —en coordinación con las autoridades— interpone decenas de demandas para desahuciar a estas familias palestinas y confiscar sus hogares para la expansión de colonias.
A la vez, un grupo de colonos hirió ayer a varios palestinos al
disparar contra ellos y dejó en estado crítico a dos cerca del pueblo de
Anata, a cuatro kilómetros al norte de Jerusalén, en una política de
limpieza étnica paralela a la de Gaza, donde ayer drones israelíes
atacaron el barrio de Shujaiya, en el este de la ciudad de Gaza, y
mataron a al menos un palestino. Las fuerzas israelíes atacaron con
artillería también zonas de Jan Yunis y Rafah, y un helicóptero abrió
fuego en el campo de Bureij.
El Ejército israelí mató ayer a al menos tres personas en otro bombardeo lanzado contra el sur de Líbano que vulnera el alto el fuego acordado en noviembre de 2024. El ataque fue perpetrado con un dron que atacó un vehículo en la carretera Aaqtanit-Quneitra, en Sidón.
Fuente:
rebelion.org