Marco Carballido

El hombre que en el último año ha impuesto aranceles a capricho a diversos países del mundo, detona guerras con objetivos geopolíticos y energéticos y mueve especulativamente y a placer los mercados para beneficio de quienes lo ayudaron a llegar a la presidencia de los Estados Unidos, y que ahora se enriquecen con cada jugada económica o punitiva del Trumpismo, parece hoy, estar en crisis.

Precisamente, en estos días, en el marco de la entrega del premio Nobel a la venezolana María Corina Machado, “un premio contra la paz”, como lo calificó Alejandro Torres Iriarte, agregado cultural de la Embajada de Venezuela en México; cuando en las calles de las ciudades del mundo se han levantado las movilizaciones ciudadanas en señal de protesta ante las amenazas de guerra de Trump contra Venezuela. Entre ellas, 65 ciudades norteamericanas que se rebelan a su opresor económico y político.

Las movilizaciones con consignas geopolíticas y de paz, manifiestan el descontento social ante la injerencia de la oligarquía republicana tanto en los asuntos internos de la Unión Americana como en los de otros países del mundo. Y la muestra no es solo de un botón, como lo demuestra el reciente apoyo a Milei para ganar las elecciones en Argentina, la injerencia electoral en apoyo al candidato del Partido Nacional de Honduras, Nasry Asfura, o la “Estrategia de Seguridad Nacional” para Europa, en la que se manifiesta el apoyo a los extremistas de la derecha para restaurar la “identidad occidental”, que los gobiernos demócratas no han podido hacer en su lucha contra la influencia extranjera y las migraciones masivas. Ante ello, Trump se jacta abiertamente, sin pudor, y con una sonrisa más de un hombre de negocios que de un presidente norteamericano.

Y es que, sin remilgos, el plan libertario del Trumpismo, atizado con la culpa a China y la fobia a los migrantes, no es otra cosa que servirse del Estado más poderoso del mundo para hacer negocios valiéndose de sus instituciones. Y, a la manera del “Far West”, esa forma de aniquilamiento de las poblaciones nativas en la etapa de expansión de los Estados Unidos hacía el Pacifico en el siglo XIX, ha puesto al planeta un enorme cartel de venta en franca competencia contra el gigante chino, a la que se suman sin escrúpulos los gobiernos y partidos políticos de los regímenes autoritarios. Por ello, Machado no representa un llamado a la paz, sino a la guerra en favor de los sectores extremistas y oligarcas.

Pero, ahora, el gobierno de Trump está en el ojo del huracán, en un momento significativo de apertura a la esperanza después de que a lo largo del 2025 su voracidad parecía no tener fin ni contrapesos. Al exterior, enfrenta la critica por su apoyo a Israel en el genocidio que perpetra en Gaza y las amenazas de invasión a Venezuela para hacerse del petroleo de esa región del mundo. Y, al interior, el rechazo ciudadano ante los malos resultados económicos, la inflación, el enriquecimiento de unos cuantos y el empobrecimiento de millones de estadounidenses, así como el caso Epstein que manifiesta la intima relación de Trump con este siniestro personaje.

Todo ello pone al descubierto que la banda de criminales que hoy se pasea por la Casa Blanca, no tiene un proyecto político, al menos no uno incluyente e interseccional. Y los signos en contra del pillaje, el saqueo, la crisis del estado democrático, el genocidio, la deshumanización y el enriquecimiento cínico usando las instituciones publicas, se rebelan no solamente en las marchas y las protestas. Algunos militares norteamericanos desobedecen las órdenes del presidente para ir en contra de la ciudadanía en sus marchas y mitines y, en las urnas, los estadounidenses desmienten su macabro teatro. Tras la victoria de Mamdani en Nueva York, Katie Wilson, otra izquierdista, ha ganado la alcaldía de Seattle, la capital tecnológica de Estados Unidos, y la demócrata Eileen Higgins, se ha quedado con Miami, el centro neurálgico del anticomunismo.

Una cuestión que hay que tener clara es que todos estos sucesos hacen más peligrosos a los que también pueden llevar el nombre de “Cartel”, Y los estragos  que están causando, algunos capitalizados por China en su proyecto de desarrollo económico global y de conectividad, tendrían enormes consecuencias para el futuro de varios países, como es el caso de Argentina donde Milei se enorgullece de vender su país como pago al rescate electoral de Trump.

Mientras tanto, en otro lugar del Mundo, Gustavo Petro, alza la voz, ignorando las advertencias de Trump de que “será el siguiente después de Maduro”, haciendo eco de las millones de voces de mujeres y hombres que marchan en las calles y luchan desde sus territorios en defensa del agua, las tierras y la bioculturalidad.

Foto: RTV

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