El país centroamericano, donde floreció la civilización maya, productora del maíz, en algún momento fue el granero de la región.
En los cinco siglos recientes, descendientes de los mayas fueron despojados de sus tierras y convertidos en siervos sin tierra. Al grado que gobiernos conservadores y liberales, durante la República, entregaron más de 90% de los suelos de cultivo a finqueros y agroexpoetadores. Dejando a las y los campesinos, sin tierra, a cultivar para alimentar al país en mini fundos alquilados.
La comunidad 15 de Febrero, Municipio Champerico, Departamento Retalhuleu, a unos 220 Km. al suroccidente de la ciudad de Guatemala, acompañados por el movimiento CODECA, mediante el Fondo de Tierras, en los últimos años, logró adquirir un promedio de 4 manzanas de tierra para cada una de las 30 familias que integran dicha comunidad.
En dichos predios, cuyo costo aún pagan al banco de manera colectiva, cultivan maíz, frijol, ajonjolí, frutas, y crían ganado vacuno.
En los últimos meses, con la “guerra de la comida” contra los pueblos que emprenden las corporaciones que monopolizan la distribución y comercialización de las semillas, fertilizantes e insecticidas, bajo el argumento de “guerra rusa ucraniana”, condenan a las y los productores de la comunidad del 15 de Febrero a una apuesta agrícola cuesta arriba.
Las semillas, los fertilizantes, y demás insumos agrícolas se incrementaron en más de 300% en comparación a finales del pasado año.
Frente a ello, si el productor agrícola decide continuar en su apuesta por la alimentar al país, está condenado a buscar/generar opciones de semillas nativas y abono orgánico, u optar por abandonar el campo e inmigrar hacia los Estados Unidos.
Al parecer, el histórico y permanente despojo de tierras, y la “guerra de la comida” obligarán a los pueblos a retomar las prácticas y horizontes del Buen Vivir, acelerando procesos de luchas sociopolíticas para la restitución de sus territorios, y así alimentar a la humanidad.