Por Noelia Carrazana
Septiembre es un mes clave en los procesos llamados independentistas de las colonias españolas en América Latina, principalmente para lo que hoy se conoce como México y varios países de Centroamérica.
Este proceso de las colonias españolas en América Latina no hubiera iniciado o se hubiera presentado de manera totalmente diferente a lo que históricamente es conocido si Napoleón Bonaparte no hubiera invadido España y obligado al rey Fernando IV a dejar el trono, hecho que ocurre en 1808. Así que la llamada independencia de las colonias españolas se debe a los anhelos expansivos de otro imperio.
Cuando Fernando VII abdica en favor del hermano de Napoleón, José Bonaparte, la población española se subleva y en 1812 establece una Constitución liberal, con la cual la soberanía retorna al pueblo y este hecho impacta en las colonias españolas en América Latina ¿Si en la metrópoli el poder reside en el pueblo porque las colonias tendrían un virrey?
Entre 1810 y 1825 se desataron las guerras de independencia en América Latina, lideradas por los criollos pero apoyadas en los movimientos populares.
Para 1825, la mayoría de las colonias españolas en América eran independientes e iniciaron el camino para la formación de nuevas naciones.
Aunque el inicio de la independencia fue propiciado por la misma coyuntura política y bélica por la que atravesó España, las reacciones en las colonias españolas fueron diferentes, dependiendo del vínculo político entre el gobierno imperial y las élites coloniales.
Los territorios que funcionaban como centros económicos tardaron más tiempo en considerar la independencia como un proyecto viable. En las colonias más importantes como los virreinatos de Nueva España (México) y del Perú, las élites fueron más reacias a cortar los nexos con la metrópolis, pues eso les permitía conservar sus privilegios.
El ejemplo más claro ocurrió precisamente en México y Perú. En México, a diferencia del resto de América del Sur, la insurrección estuvo marcada por la participación indígena y mestiza, pero el movimiento se consolidó hasta 1821 por el temor de la élite gobernante al cambio.
Previo al llamado Grito de Dolores del cura Miguel Hidalgo y Costilla, ocurrido el 16 de septiembre de 1810, en la ciudad de Dolores, en Hidalgo, un estado en el centro de la nación mexicana, con el que en México se celebra la Independencia de España ocurrió la conspiración en Queretaro, en 1809.
La sublevación iniciada con el Grito de Independencia terminó con la ejecución, en 1811, de los principales precursores.
En la Capitanía General de Guatemala, compuesta por las provincias de Ciudad Real de Chiapas, Guatemala, San Salvador, Comayagua, Nicaragua y Costa Rica, hubo diversos intentos de rebelión a partir de 1811.
Los alzamientos del cura José Matías Delgado y de Juan Argüello en El Salvador y el motín de 1813 en Guatemala estuvieron inspirados en el levantamiento del cura Miguel Hidalgo de la Nueva España, al cual pertenecían los territorios centroamericanos.
Como en Nueva España esos intentos independentistas se llevaron varios años en consolidarse.
Finalmente, en 1821, sin luchas armadas de por medio y como resultado de un acuerdo entre la élite salvadoreña, se firmó el Acta de Independencia de Centro América, el 15 de septiembre.
Este proceso fue influido y absorbido por el Imperio Mexicano proclamado por Agustín de Iturbide, y Guatemala fue ocupado. Es decir, los mexicanos como los centroamericanos pasaron de un poder imperial a otro.
La ocupación de Guatemala por el imperio de Iturbide se mantuvo hasta 1823, cuando las provincias unidas del Centro de América declararon su independencia absoluta tanto de España como de México (Los datos históricos de este texto fueron tomados de la Biblioteca virtual chilena)