Abya yala: ¿Por qué nos inculcaron el miedo a la muerte?

Por Ollantay Itzamná | Arte de @_yoyosie_ mañüm

En la Abya Yala profunda, la fiesta de los difuntos es uno de los actos de resistencia sociopolítica que más asombra y aún persiste contra la dominación cristiana-occidental.

Los maya chortís de Honduras, hasta finales de noviembre aún continúan celebrando el siquín (altar y comida comunitaria. Zapotecos, aymaras y quechuas celebran la fiesta de difuntos entre calaveras y las cruces, pero con jolgorio, no acongojados. Entre finales de octubre y primeros días de noviembre, Oaxaca completa se inunda de calaveras, flores, chocolate, panes, tamales, música, comparsas en las calles. 

Allí no hay lugar para pensar la muerte como una pérdida o un final, sino como una fiesta que abre a la vida en un nuevo ciclo. 

Nuestrxs ancestrxs nos enseñaron que «somos como una semilla». Que en un determinado momento, cuando cumplimos nuestro ciclo «sobre» la Tierra nos reincorporamos al vientre o corazón fresco y fecundo de Ella para seguir subsistiendo en interrelación en todo y con todos. No existe la muerte como castigo o fracaso, sino como un «retorno» al útero materno para emprender otro ciclo de vida, y posibilitar así otras formas de vida.

Pero, el cristianismo nos inculcó que la muerte es consecuencia del pecado. Que el pecado se castiga con el infierno. Un final. Una anulación de la vida. La muerte es malo y la vida es bueno. Ambas, excluyentes entre sí.

Lo más triste es que ese miedo a la muerte, implantado en la estructura psicológica individual y colectiva de las personas, es hábilmente utilizado.

Desde entonces, tienen casi de rodillas a pueblos enteros habitados por el miedo a la muerte, impotentes. Esperando sólo “la milagrosa mano de Dios”.

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